Mucho antes de la irrupción de los catamaranes voladores en la Copa América, el navegante Alain Thébault persiguió el sueño de navegar en veleros que no tocasen el agua y, junto al legendario Eric Tabarly, diseñó el Hydroptère, un multicasco que despegó en 1994 y que pasó a la historia por ser la primera embarcación en superar los 50 nudos de velocidad. Desde entonces, Thébault no ha dejado de imaginar un mundo donde los barcos dejan de flotan. Su último proyecto, Seabubbles, está a punto de ser una realidad tras más de dos años de trabajo.
A finales de 2015, Alain Thébault se alió con el campeón del mundo de windsurf Anders Bringdal para crear un nuevo modo de transporte para ríos y canales, un vehículo que no contamine y que se presente como solución a los problemas de movilidad y medioambientales de las grandes ciudades. Si hace un año se dejaron ver los primeros prototipos de estas burbujas eléctricas voladoras bautizadas como Seabubbles, en los últimos días el lago Lemán (Ginebra, Suiza) está siendo escenario de las pruebas del nuevo sistema de control de vuelo. Dentro de dos meses, según informa Le Paresien, dos o tres unidades podrían realizar los primeros ensayos como 'ecotaxis' flotantes en París, a falta de obtener los permisos para navegar a 25 km/h por el río Sena.
El nuevo sistema de control eléctrico de vuelo (fly-by-wire) del Seabubble, desarrollado por el equipo de hidrodinámica, aerodinámica y dinámica de fluidos computacional Caponnetto Hueber, está satisfaciendo a sus creadores. El objetivo es que las sensaciones a bordo no sean las de estar navegando en un barco, sino las de estar en un coche en carretera.
Al igual que ocurre en los sistemas empleados en aviones, los tres flaps de las hidroalas (los apéndices sobre los que se sustenta la estructura cuando no toca el agua) están conectados a un pequeño motor eléctrico y pueden ser controlados mediante un ordenador. Unos sensores van midiendo constantemente la altura sobre el agua y los ángulos de cabeceo e inclinación para mantener la estabilidad.
Según los primeros ensayos, el despegue se produce en cuanto el vehículo alcanza los 6 nudos de velocidad. Construido con materiales biodegradables muy ligeros, el SeaBubbles consta de una pequeña cabina para los pasajeros equipada con foils y está propulsada únicamente por energía eléctrica, con una autonomía de entre 80 y 100 kilómetros. Su diseño, además, evita la creación de olas en la estela que vaya dejando por su popa.
Hasta la fecha se han construido en Suiza cinco burbujas eléctricas voladoras y Alain Thébault confía en iniciar este año una producción a gran escala a la espera de cerrar acuerdos con otras ciudades de Francia y de otros países como Dubai o Venecia. Fuente